La EA considera el proceso educativo de forma integral y promueve la interacción entre la teoría y la práctica, el pensar y el hacer, la razón y la emoción, lo individual y lo colectivo, la causa y el efecto; entiende que tanto los educadores como los estudiantes pueden enseñar y aprender.
La propuesta pedagógica de la red EA es respetuosa de las políticas y los currículos educativos de cada país, con el objetivo fundamental de formar estudiantes reflexivos y creativos. Además, facilita la transformación del conocimiento en actitudes, mediante la resolución de los problemas cotidianos de los estudiantes.
Nuestra pedagogía se basa en las premisas de una educación cristiana y en el compromiso de guiar todas las actividades didácticas hacia la calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje y la integración natural de la fe y la enseñanza.
Nuestro currículo promueve la excelencia académica e incluye todos los contenidos esenciales para la práctica de una ciudadanía responsable. Su objetivo es desarrollar equilibradamente la vida espiritual, intelectual, física, social, emocional y vocacional de los estudiantes.
¿Por qué enseñamos Religión?
El término religión en general se refiere a alguna denominación específica. Por eso, a veces, la gente pregunta: “¿Cuál es tu religión?” y responde: “Soy católico”, o “soy bautista”, o “soy ateo” o “soy adventista”.
Sin embargo, el significado y el propósito de la religión va mucho más allá de ese uso. Deriva del concepto de volver a unir, religar, restablecer, reconectar, en el sentido de rescatar una relación anterior, pero que se interrumpió por algún motivo.
En el ámbito espiritual, se refiere a la actitud del ser humano de desear relacionarse con el ser divino: Dios. En general, todo sistema educativo ofrece a los estudiantes los contenidos de cada disciplina, regidos por el currículo o plan de estudios de cada lugar.
Las escuelas adventistas van un poco más allá porque entienden que el alumno es un ser humano integral, pleno, alguien dotado de competencias físicas, cognitivas, emocionales, sociales y espirituales y que, como tal, debe ser abordado en todas esas dimensiones en el proceso de educación.
Cuando nuestros alumnos ingresan a la escuela adventista no dejan afuera todas esas competencias. Asisten tal cual son: seres humanos. Por lo tanto, nuestras escuelas buscan incorporar al plan de estudios todo lo necesario para desarrollar armoniosamente las competencias de cada uno.
Los alumnos tienen acceso a los contenidos propuestos para el aprendizaje de cada disciplina o materia (ámbito cognitivo), participan de distintas actividades deportivas, sociales, ambientales, artísticas y recreativas (ámbitos físico, social y emocional) y también se los estimula a restablecer y desarrollar una amistad con Dios por medio de clases de educación cristiana y programas especiales (ámbito espiritual).
Cuando alguien está dispuesto a religarse con Dios, a restaurar esa relación de amistad, es común que las actitudes de esa persona comiencen a reflejar los consejos establecidos por Dios en su Palabra y, por consiguiente, su calidad de vida se verá beneficiada, especialmente en los aspectos físicos e intelectuales, sus relaciones familiares, sus objetivos para la vida, su respeto por la naturaleza y otras áreas.
Ofrecer a los estudiantes una educación de calidad, que transmite el conocimiento teórico de los libros es importante, pero no es suficiente, pues esa clase de educación no ve al alumno como lo que realmente es: una persona. La educación adventista va más allá, porque también atiende los aspectos descuidados por otros sistemas educativos: el conocimiento de Dios, de sus consejos, capaces de mejorar la calidad de vida de nuestros alumnos y sus familias.
Por todo esto, la educación adventista es una educación integral, que prepara al estudiante para la vida, que estimula una relación personal de regreso y amistad con Dios y otorga expectativas positivas para el futuro.